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Vender The Bliss fue una mezcla de emociones.
Devolver las llaves a su antiguo dueño fue como cerrar un capítulo de mi vida que me marcó de formas que nunca imaginé. Lo echo de menos: los huéspedes, los pequeños rituales, hasta las toallas perfectamente dobladas. Porque una vez que eres hotelero, eso se queda contigo.
Incluso ahora, cuando me quedo en un hotel, me pillo a mí misma alisando la cama y esponjando las almohadas. Algunos hábitos no se van.
Pero, los finales también son nuevos comienzos. Ahora, como CPO de RoomRaccoon,sigo muy conectada con la hotelería, solo que de una manera distinta. The Bliss me enseñó a pensar como hotelera, a solucionar problemas y a poner siempre la experiencia del huésped como prioridad.Y esa lección me motiva cada día para crear soluciones que ayuden a los hoteleros a hacer lo que mejor saben hacer.
Si algún día te planteas dirigir un hotel, mi consejo es sencillo: abraza el caos, disfruta de los pequeños momentos y forma un buen equipo que haga que todo merezca la pena.
La hotelería es un trabajo duro, pero cuando lo amas, te lo recompensa.